Entrevista a Alberto Plaza Sierra, autor de «Historia de dos psiquiatras»
Un diálogo entre dos hombres rotos por su pasado. Eso es lo que propone Alberto Plaza Sierra en su primera novela «Historia de dos psiquiatras», un drama ubicado en los últimos días de la II Guerra Mundial y que nos lanza una pregunta: ¿Puede alguien sentirse culpable por sobrevivir? Hemos charlado con su autor para descubrir más sobre su obra y su visión de la escritura.
Tiempo de libros (TDL): ¿Quién es Alberto Plaza?
Alberto Plaza Sierra (APS): Un escritor natural de Torrejón de Ardoz. De veinticuatro primaveras, y con muchas ideas para plasmar sobre el papel.
TDL: Háblanos de la obra, ¿qué puede encontrar el lector en «Historia de dos psiquiatras»?
APS: Una lectura muy positiva e interesante. Incluso que, quizá, es una de esas lecturas a las que vuelves de vez en cuando para reconciliarte con la vida. Una lectura que puede despertar interés por la historia. Todo transcurre en el Nueva York de finales de la Segunda Guerra Mundial. El inicio del libro está inspirado en el comienzo de New York, New York de Martin Scorsese, ya que las primeras escenas ocurren también en Times Square ese mismo día. Para el resto del relato me inspiré en El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl. La trama, a mi modo de ver, es muy original: Un psiquiatra recurre a otro ya que se siente culpable por haber sobrevivido del nazismo, huyendo de su Austria natal cuando los nazis anexaron su país al III Reich. El psiquiatra neoyorquino, James Ford, tiene que tratar a su colega de profesión. Ernest Weissblum, el psiquiatra austríaco, pero a medida que se van conociendo, James acaba hablándole también de sus traumas y experiencias nada agradables del pasado. ¿Quién trata entonces a quién? Lo interesante, además de otras cosas, es que desde un primer momento estos dos hombres pueden ser percibidos para el lector como seres humanos sensibles y entrañables. Son distintos porque han vivido cosas que otros ni se imaginan. Espero que la forma de ser de estos dos personajes, haga sentirse al lector como un tercer integrante de las conversaciones en esa clínica en un ático del Upper West Side del Nueva York de 1945.
TDL: ¿Por qué acotar la obra a un momento tan concreto como los días finales de la II guerra Mundial?
APS: Me pareció el momento idóneo, ya que toda la sociedad estadounidense estaba pletórica porque la Segunda Guerra Mundial había terminado. Me pareció un momento de gran alegría y esperanza que, sin duda, podía ser un buen estímulo para que los dos personajes sanaran sus heridas. Pensé que, si la historia se planteaba justo en ese momento histórico, a los personajes les parecería que sus problemas eran mucho más tratables de lo que les parecía en un primer momento, que mirarían al mañana de otra forma. En cuanto nos pase algo similar a nosotros con toda esta situación que estamos viviendo, quizá mucha gente lo afronte de una manera parecida.
TDL: La novela se basa, casi en su totalidad, en el diálogo entre dos personas. ¿Cómo planteaste esto? ¿No tuviste miedo de que el ritmo pudiera decaer?
APS: La verdad es que ese miedo no entró en mi cabeza ni por un segundo, principalmente porque cuando crees que tienes una buena idea, simple y llanamente, te lanzas al vacío. Me gusta arriesgar. Luego si es verdad que lo piensas fríamente y te das cuenta de eso mismo que plantea la pregunta, pero creo que esta es una historia a la que le sienta fenomenal que se base en el diálogo. Claro que yo admito que quizá se podría haber hecho de otra manera más visual o conceptual, pero hay mucha gente que nunca ha tenido una conversación elaborada con otra persona, que no se ha topado con alguien inteligente, comprensivo y amigable, como lo es James. Cuando se pueden empezar a verbalizar los traumas, pueden empezar a solucionarse.
TDL: ¿Cuál es tu metodología para escribir? ¿Tienes alguna rutina especial?
APS: Mi rutina «especial» es la de ver mucho cine. Soy un gran cinéfilo. Y siempre que cojo una idea que tengo en mi cabeza para desarrollarla, intento imaginármela como una película o un capítulo de una serie. Intento pensar en cosas que me gustan mucho de películas que adoro. Analizo por qué esa película me gusta tanto: La puesta en escena, la propia propuesta en sí, los lugares, los momentos históricos, quienes son los personajes… Cuando ya tengo la película montada en mi cabeza, voy experimentando. Escribo, escribo y escribo, y hablo conmigo mismo sobre lo que estoy creando, sobre si me gusta o no. Y hasta llegar a eso, hasta llegar al punto en que me gusta y creo que es lo mejor para la obra, doy muchos machetazos, y borro y reescribo muchas cosas. Como digo, el cine me anima a escribir. La fotografía del cine también, eso es algo que me inspira muchísimo. Los grandes directores de fotografía, como Richardson, Deakins, Kaminski o Gordon Willis… Los colores, la textura del color en las películas, o los grandes compositores de música del cine y los grandes guionistas como Mankiewicz, Tarantino o Nicolas Pileggi.
TDL: Por último, háblanos de tus planes de futuro. ¿Qué podemos esperar del Alberto Plaza escritor en el futuro?
APS: Quiero escribir toda una saga literaria sobre españoles que emigraron a Estados Unidos entre el XIX y el XX, ya que la historia es algo que me apasiona y que también me motiva mucho para escribir. España, siendo la primera potencia en cuanto a patrimonio histórico se refiere, podría crear multitud de nuevos géneros cinematográficos o literarios, y yo querría abrir la veda en ese sentido. Creo que es algo que merece nuestra atención. Es un capítulo olvidado de nuestra historia que vale la pena recordar. Eso le debemos al pasado: Un recuerdo realista, honesto y puramente histórico de lo que fueron las vidas de los que vivieron antes de nosotros, al menos eso creo yo. Y como esas ideas, tengo muchísimas más: También quiero escribir novelas e historietas del Oeste. Soy un gran seguidor del western. Creo que es un género que, si eres cinéfilo, escritor o un simple lector, te acaba gustando. Es el género sobre el que el cine echó a andar como medio de expresión y el último refugio de la tragedia griega.
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