Entrevista a Clara Gillman, autora de «Entre dulces y plastilina».

La polifacética autora Clara Gillman (Madrid, 1990), ha publicado «Entre dulces y plastilina» (Ediciones Valhalla, 2024), la primera parte de una bilogía en la que ha trabajado durante más de diez años. Hemos podido charlar con ella para conocerla mejor y adentrarnos en su obra:

-Antes de nada, ¿quién es Clara Gillman?

Pues, si me preguntas quién soy a nivel profesional, soy una actriz bilingüe, cantante y escritora co-fundadora de un espacio escénico en Madrid llamado La Casa de Rovodorovsky Teatro. Al mismo tiempo he de decir que siempre me ha parecido muy raro dejar que nuestras profesión nos defina pero, para ser justos, siempre estamos en constante evolución, así que es complicado definirse. 

-¿De qué trata tu novela «Entre dulces y plastilina»?

Trata sobre una chica llamada Valentina que intenta suicidarse. Y no lo consigue, pero termina entrando en un coma donde conoce a la Muerte. A la Muerte le da pena que Val no recuerde quien es, ni nada sobre su vida o incluso el motivo por el que quiso ponerle fin a esta. Así que le propone un trato: adentrarse en el Laberinto de Puertas y recuperar sus recuerdos para decidir si merece o no la pena despertar. En este lugar tendrá que enfrentarse también a los Siete Falsos Rostros (los Pecados Capitales). Pero si fallase en su misión, la Muerte sería quien decidiría su destino. Esta es la parte fantástica, ya que combina fantasía a través de los ojos de Valentina y realidad a través de los de Nicodemo, (su exnovio), su familia o su mejor amiga. Y así, poco a poco, vamos uniendo las piezas de este rompecabezas: ¿qué le pasó a Valentina?

-¿Podrías explicarnos los temas principales que manejas en tu historia?

Hay temas que no puedo decir porque haríamos spoiler, pero son ciertos temas que continúan siendo tabú en nuestra sociedad. Principalmente, hablo sobre la salud mental, la depresión, el suicidio, las rupturas amorosas, el amor y el desamor, el perdón y el amor propio. 

-Esta es una novela con un componente personal muy pronunciado, ¿hay mucho de Clara en Val?

Hay mucho de mí en ella, porque hay componentes y vivencias muy personales que ha heredado ella. Pero, al mismo tiempo, hay mucho de Val en mí. Porque es un personaje que me ha permitido comprenderme mejor y a entender que para apreciar la luz a veces debemos poner el foco en la sombra.

-¿Cómo fue el proceso de creación del mundo de fantasía que muestras en el libro?

No hubo un proceso de creación muy marcado como por ejemplo está sucediendo con mi próxima novela, «Sonrisas de Hilo y Aguja», donde tengo que dedicarle más tiempo a imaginar y estructurar las leyes de un mundo fantástico. Sí que destacaría las canciones de Ima Robot, un grupo de rock indie en el que escuchaba una canción y ya me venía una idea, una imagen. Y luego con otra, y otra… Me ponía a dibujar los personajes, estuve escuchando durante dos años seguidos SOLO a ese grupo. No había nada más en mi MP3, si eso alguna canción de musicales o qué tenía que estudiar puntualmente. Claro está, las chuches no podían faltar a la hora de escribir (especialmente en los primeros capítulos) y muchas experiencias traumáticas y personales también sirvieron de inspiración a la hora de desarrollar este mundo. Tal vez porque he tratado de volcar en estos mundos oníricos todo lo que me llama la atención o me molesta de este. 


-Además de escritora, eres cantante y actriz, ¿te han ayudado esas otras facetas a la hora de escribir? ¿De qué manera?

Además de la música, actuar ha hecho que me convierta en una persona más empática, que fácilmente puede ponerse en los zapatos de otra persona. Cuando me sentía estancada, pedía ayuda para hacer algunas escenas improvisadas y ver qué tenían que decir estos personajes sobre el rumbo que estaban tomando sus «vidas», o por ejemplo hay cierto desfile en el que tuve que ponerme la banda sonora de una escena similar de la película «Paprika» y ponerme a desfilar yo sola por toda la casa para poder entrar en este juego de ver, sentir, oler qué habría al rededor en ese preciso instante.

-¿Sigues algún ritual a la hora de escribir?

Me gusta que el espacio esté ordenado y tener café a mano. No puede faltar, y ya si hace frío y el tiempo anima a encender velas… ¡Maravilloso! También, dependiendo de lo que escriba, me gusta tener una playlist con música o canciones que me inspiren y también tengo esta época de solo escuchar esas melodías para empezar a recrear escenas, diálogos y personajes en mi cabeza. 

-¿Qué es lo que te hace sentirte más orgullosa de tu novela?

En algún punto de mi vida, mientras tenía esta historia en mente pero bastante abandonada, me vi parada frente a un puente. Estaba a punto de saltar. Cuando decidí tirarme, en mi MP3 empezó a sonar la canción de Scream de Ima Robot, que tiene mucha importancia en la novela. Decidí que no me tocaba. Y que la iba a terminar. Tanto la canción como esta historia, literalmente me salvaron la vida. Haberla terminado es lo que más orgullosa me hace sentir por el momento. Porque gracias a eso sigo aquí. Cuando pienso en la cantidad de momentos inolvidables que me podría haber perdido de no tomar la decisión de abandonarlo todo y centrarme en terminarla… También estoy conociendo a muchas personas que se han visto en situaciones similares y que se han sentido más comprendidas, menos solas… O que me han dicho que estos personajes se van a quedar con ellos para siempre. Me siento muy orgullosa del rumbo que está tomando esto y espero que haga feliz a mucha gente.

-Por último, hablemos de tus planes de futuro en el terreno literario.

«Entre Dulces y Plastilina es bilogía». Este año se publicó «El dedo de la Muerte» y el plan es publicar la segunda parte, «La cinta de la vida». Ahora estoy centrada en reescribir una historia de mi adolescencia que trata sobre la venganza y sus consecuencias llamada «Sonrisas de Hilo y Agujas» pero este universo, antaño de estructura sencilla con una única protagonista, está expandiéndose de forma descontrolada y, aunque pienso reciclar alguna que otra idea y personaje, está siendo todo un reto. Para empezar, porque planeo narrarlo en primera persona pero desde una perspectiva coral. Ya veremos si termina siendo así…

«Entre dulces y plastilina» ya está a la venta online y en librerías.

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