Entrevista a Esther Domínguez, autora de «Cerrado cinco minutos».
Esther Domínguez (Santiago de Compostela, 1953) es una prolífica autora que, en los últimos años, ha centrado su carrera literaria en el género de la novela negra, con relatos repletos de intriga, misterio y, en muchas ocasiones, buenas dosis de humor. Ahora acaba de publicar su nuevo título «Cerrado cinco minutos (y otros casos de Chelo Expósito)», un conjunto de historias que tienen como eje central un cuartel de la Guardia Civil del norte de España. Hemos podido charlar con ella sobre su nuevo libro, su forma de escribir y sus planes (literarios) de futuro.
Tiempo de libros (TDL): Antes de nada ¿quién es Esther Domínguez?
Esther Domínguez (ED): Una santiaguesa que vive en Pontevedra desde hace bastantes años. Enseñé inglés, viajé siempre que pude, vi cine negro, hice muy buenas amigas con las que tomo café, charlo y salgo a dar largas caminatas. Y, sobre todo, leí a todas horas y casi cualquier género. Lo de escribir, lo llevaba con más calma, aunque nunca lo dejé. Hace unos diez años, pensé que ya era hora de empezar a hacerlo de forma más seria y regular. Y aquí sigo.
TDL: ¿Qué podrá encontrar el lector en «Cerrado cinco minutos»?
ED: Nueve relatos protagonizados por la teniente de la Guardia Civil Chelo Expósito y sus siete compañeros. Quienes hayan leído Garum —mi primera novela policiaca —mi otra novela, La cuna vacía o tres de los relatos incluidos en el volumen ¿Con o sin muerto? Relatos con víctimas inesperadas ya conocen a los personajes. Gente normal, inteligente, entregada a su trabajo y que forman lo que Chelo describe como “un buen equipo” En San Martín de Estelas suceden cosas desagradables—no todos son asesinatos— que Chelo y sus compañeros —con la ayuda de la forense de Pontevedra— deben resolver. Lo hacen echando mano de informes forenses y de la Policía Judicial por supuesto y, además, de una mezcla de intuición, algún que otro cotilleo, observación de lo que los rodea y, sobre todo, de lo que los gallegos llamamos sentidiño, indispensable a la hora de unir todas las pruebas para encontrar una explicación a lo que, al principio de la historia, parece un caos inexplicable. Y, eso sí, una buena dosis de sentido del humor que hace el trabajo de la dotación del cuartel un poco más llevadero.
TDL: Con varias obras a sus espaldas, ¿qué diferencia a este nuevo título de los anteriores?
ED: Pues, la verdad, yo no hablaría de diferencias. Más bien de elementos comunes. No me gustan los superhéroes o los supervillanos, tal vez porque en la vida real hay más gris que blanco o negro. Por eso, mis personajes — sean o no guardias civiles —son gente normal, corriente y procuro que sean creíbles. Por esa razón, hablan con naturalidad, utilizan un lenguaje que todos reconocemos y actúan como lo haría cualquiera de nosotros. Y, a lo que nunca renuncio es a poner un toque de humor a lo que escribo —salvo en situaciones muy concretas.
TDL: ¿Por qué tomó la decisión de localizar la obra en un cuartel de la Guardia Civil y que sus protagonistas fueran miembros de este cuerpo?
ED: Lazos familiares y razones sentimentales. Soy bisnieta y nieta de guardias civiles. Para mí, el respeto, la admiración y el cariño por el Cuerpo son algo que he sentido desde que tengo memoria. Por eso, cuando me decidí a matar a alguien —un personaje, no se asusten — no tuve ni que pensarlo. De la investigación debía encargarse una mujer, inteligente, bien preparada, intuitiva y muy humana. Tenía que pertenecer a la Guardia Civil. Un pequeño homenaje a dos hombres de mi familia que me hubiera encantado conocer.
TDL: Hablemos de sus influencias literarias ¿Cuáles son los autores o autoras que la inspiran?
ED: La verdad, muchos. Ciñéndome al género policíaco, M. R. James, Wilkie Collins, P.D. James, Conan Doyle, Agatha Christie, Camilleri. En otros géneros, Quevedo, Marcial, Jane Austen, Stevenson, Virginia Woolf, Margarite Yourcenar… ¡Ah! Y soy tintinóloga eminente y fan del Capitán Trueno y el Corsario de Hierro.
TDL: ¿Sigue algún ritual a la hora de escribir?
ED: No, para nada. No tengo una hora preferida, un bolígrafo de la suerte o un sitio favorito. Escribo a ordenador, cualquier hora es buena y no tengo ninguna de esas manías que parecen acompañar a muchos escritores. Yo lo que necesito es una idea que me atraiga para poner a Chelo y su equipo a trabajar. Simplemente eso.
TDL: Por último, ¿cuáles son los planes de futuro de Esther Domínguez en el terreno literario?
Seguir escribiendo ¡que no es poco!